La serie 51, basada en los famosos acontecimientos de Roswell de 1947, es un intento de vagar libremente por esos huecos que deja el silencio, por los pasillos del subconsciente. Un intento de retratar el espacio que queda entre lo que se ha vivido y lo que no ha ocurrido; un ejercicio de libertad y de suposición; de creación empujada por la reproducción de algo sin certeza, volátil;  contado y recontado mil veces hasta la deformación, en la que se instala el miedo.

La serie 51 está planteada como un falso reportaje que indaga en el momento inexacto del sobresalto fotográfico. El vacío, que muchas veces forma parte del error fotográfico, es el que dibuja aquí cada situación. Es el espacio que cada personaje necesita para existir en ese momento preciso; el espacio de su propia respiración.

En 51 descubrimos sujetos cargados de enigmas que nos preguntan sobre nuestra incertidumbre,ya los que nosotros queremos preguntar por su identidad.

El sonido del silencio. Algo que se escucha dentro de la propia mente, los ecos de lo imaginado, de lo no vivido. Palabras e imágenes perdidas en el secreto.

Lo desconocido cambia con el tiempo. Antes, un continente por descubrir tras un océano inasible; ahora, una galaxia lejana tras un universo que muta y se redescubre a cada instante.